miércoles, 15 de noviembre de 2017

Ya tan sólo me quedan las anotaciones en castellano antiguo

En el centro de mi fotografía de esta tarde a las 17:07 se ven mis tres últimas líneas de la columna de la izquierda. A la derecha, en castellano antiguo y con mayor tamaño de letra, lo que me queda para terminar la página que ya estuvieron viendo mis nietos el sábado, cuando por primera vez probé una goma que ni yo había visto jamás ni ellos, por supuesto. Y eso me recuerda que borraré el lápiz sin problema, pero lo que no tiene enmienda es las manchas que he hecho hoy por culpa de pasar un secante que no debe de estar en condiciones antes de guardar el pergamino.

Cuando mi nieto Edu ve el avance de esta página siempre me pregunta por la mantis religiosa que le estoy haciendo. Todo se andará, pero para él parece que la mantis tiene su prioridad...

jueves, 9 de noviembre de 2017

No estoy contento con la hora de publicarlo...

...pero sí con la hora en que lo he empezado y terminado. Y con los libros sobre grabado en linóleo que he reunido, el más antiguo, comprado en Barcelona, el 22 de mayo de ¡1982!

Y otras muchas sorpresas que he tenido reorganizando mis librerías. Y un propósito que me ha resultado muy grato cumplir. Terminar de leer el libro de María de los Ángeles de la Torre Bugidos titulado «Y A MÍ, ¿quién me enseña a vivir?» que ha superado todas mis expectativas.

En fin, estoy contento por el día y con ganas de finalizar esta página que ya he descubierto cómo funciona y va a ser la primera en la que voy a utilizar una goma de borrar, a ver qué pasa.

Bueno, ahí va la foto. Lo realizado son tres líneas, desde la mariposa hasta «.Facta».


miércoles, 25 de octubre de 2017

Me temo que, por hoy, ya he hecho todo lo que he podido

Bien, son las 19:32 y ya no voy a poder hacer nada más que lo que he hecho, a saber:

Localizar el pergamino y la fotografía de donde copio, colocar todas las lámparas para trabajar de tarde, escanear de mi foto en color las tres partes del pergamino que terminan la columna izquierda a 300 ppp, para insertarlas en un documento y poder recortar las tiras para colocarlas encima de mi texto a lápiz y hacer las líneas de cada una de esas tiras impresas.

Pero la tarde se ha desarrollado de modo distinto al que esperaba, así que aquí lo dejo y, como decía mi madre, «mañana será otro día y verá el tuerto los espárragos».

De cualquier forma, ahora voy a terminar de publicar esto en otro blog, a ver si consigo moverlo algo y cuando termine resolveré más temas que he ido procrastinando y, si me quedan fuerzas y horas, quizá me ponga con las dos primeras líneas, ya que tengo todo colocado; qué sabe nadie...

¡Ah! Y un recuerdo especial a mi compañera del club de lectura, Carmen, y a Nines de la Torre, de quien estoy esperando su libro dedicado y a quien espero corresponder con un modesto obsequio.

domingo, 22 de octubre de 2017

Desde luego, he tardado, pero estoy contento


Ahora sí que estoy organizado de verdad. Esta mañana he hecho tres líneas, las tres últimas que pueden apreciarse aumentando la fotografía. Mi letra gótica normal puede verse arriba y la de abajo no es fácil de hacer, creo que no llega a dos milímetros y medio y ahí, además de que la piel no es como el papel o el símil de pergamino, que se están quietos, sino que parece estar viva y se mueve, los instrumentos para escribir no siempre funcionan igual, porque no toda la superficie es igual y... en fin. Que ahora ya me he puesto un horario.

Mañana indico dónde podéis ver el original de cuya fotografía en color, obtenida en el Archivo Histórico Nacional, en tal mes como éste de hace una decena de años, copio lo que arriba publico ahora mismo. Ésta es la séptima página de las cien que llevo elaboradas y se había quedado sin realizar por una cantidad de motivos que no vienen al caso, pero el principal de los cuales era la dificultad...

miércoles, 4 de octubre de 2017

Prometí publicar... y publico

que, la verdad, no sé cómo se me pudo ocurrir dibujar, en un pergamino la imagen de otro pergamino. El tamaño normal de mi letra es el que se ve en la imagen donde está el sello real, arriba del todo en la línea donde se lee "Inmaculada, 8 de diciembre..."

Pero claro, yo me meto en el berenjenal y estoy seguro que saldré, pero no recordaba el precio. Estoy contento, porque hoy he terminado de organizar mi escritorio. En realidad, mi lugar de trabajo es delante de la pantalla del ordenador, que –maldito sea– no ordena nada y me tiene a mi de servidor o esclavo. Bueno, publico lo realizado y he de decir que he descubierto que es dificilísimo. Tan solo las dos líneas escasas que señalo, me han llevado 18 mn. Ya me hubiera gustado que fuera vitela, pero es piel de oveja y ahora ni siquiera sé si estoy trabajando sobre pelo o sobre carne. Ahí va la imagen:


Como soy miope, me quito las gafas y me acerco, pero así y todo... las paso «canutas». Y es que hay que tener en cuenta que el tamaño de las letras más pequeñas, como la e, la u, la a y la ese de pequeñas es de dos milímetros y medio, como podéis ver en la siguiente imagen:


Y, en fin, ya lo dice el refrán: «Tú lo quisiste, fraile moster, tú lo quisiste, tú te lo ten»

Pues nada. Ahora a trabajar todos los días y el próximo miércoles, os cuento cómo va la cosa. 




martes, 3 de octubre de 2017

Publicando la preparación de lo que haré mañana

Hoy me había propuesto ya trabajar el pergamino de mi nieto, pero he tenido que buscar documentos para copiar, reordenar mi escritorio, y establecer ya un plan de trabajo que espero dé sus frutos.

Ésta es la situación del pergamino que debo acometer:


Y éste, el documento que tengo impreso para copiar, en el pergamino de arriba, lo que me falta repasar en el mismo sobre los trazos que hay en él de lápiz.


Mañana a las 11 tengo cita con el dentista, de manera que quizá no pueda trabajar por la mañana, que es cuando es más conveniente para mí, porque no tengo el sol dando en mi ventana y sí, por el contrario toda la luz necesaria para hacer mi tarea de monje medieval en el siglo XXI, pero lo haré por la tarde a primera hora, es decir, a las trece, si es que no me hace esperar demasiado. Creo que a esa hora tendré buena luz y no estará el sol molestándome.

En cualquier caso, de un modo u otro, mañana trabajo y publico mi avance.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Escrito el miércoles, 13 de diciembre de 2006


El escrito es largo. Podríamos decir que, en pergamino, ocupa  las páginas 8 a 13, ambas inclusive,  del libro definitivo del que tan solo tengo realizadas las 100 primeras. Y el título se refiere al texto escrito en la fecha indicada en la entrada de hoy en este blog. La fotografía de abajo, corresponde a las páginas doce y trece. La ecografía prenatal de mi nieto mayor la terminé de pintar (véase cómo quedó de alabeado el pergamino en su borde derecho) el jueves, 30 de julio de 2009. Indico hora, minutos y segundos. Son secuelas psicológicas de la copia de una ecografía de General Electric.
Lo que tengo manuscrito alcanza a la página cien del texto de donde voy copiando, que en su totalidad comprende 192 páginas como mínimo. Y, además, de esas cien primeras páginas tengo una a medias que es la que voy a empezar a publicar aquí, próximamente, conforme vaya avanzando. Es la más difícil.
He perdido una cantidad de tiempo tremendamente enorme buscando el texto en el ordenador y unificando archivos, cuando resulta que ya lo tengo todo impreso, sólo para copiar. Hace tanto que no trabajo, que lo había olvidado por completo.
Y he encontrado mis preferencias sobre si utilizar el pelo o la carne según para qué y ahora voy a buscar en qué B.O.E. se determinó que el pergamino se midiera en pies cuadrados. A lo mejor ya se mide en el sistema métrico decimal, pero me es igual, ya lo tengo todo comprado. Sólo es por recordar un dato.
Bueno, tengo una investigación sobre el Pie de Castilla (tercera parte de la vara) y veo que mi primer encargo de pergaminos fue de 10 pieles de 9 pies, y medidos según una supuesta disposición del B.O.E. nº 349, del 15 de diciembre de 1943. Pero no he podido verificarlo; sin embargo, las medidas son las inglesas como puedo comprobar cuando recibo la primera entrega de pieles de oveja. Copio de mí mismo y de mi mismidad:
«Se me ocurre que no sea una medida de oídas, con el grabado de la inscripción del BOE en la vara de medir para darle más fuerza, suponiendo que nadie va a ir a comprobarlo. Que quizá sea la medida inglesa, y miro mi metro y arriba veo que, efectivamente, cada doce pulgadas, señala en rojo ft., que coincide, aproximadamente, con los 30,48 cm. que decía Javier; voy a mi diccionario y busco pie: foot. ¡Eureka! ¿Cómo se pronunciará? Fácil: balompié, de balón-pie, el nombre que se trató de dar al principio en España, cuando los ingleses lo trajeron a las minas de Río Tinto, provincia de Huelva, a este deporte».
Y nada más por hoy sino añadir, para finalizar, que acabo de encontrar todos los impresos en papel de donde copiar en mi pergamino de piel de oveja; porque soy pobre, que si no fuera el caso, me habría podido permitir la piel de ternera, y, si me toca la lotería, para mi nieto menor compraré vitela, que ya no sé si se fabricará (ni siquiera sé si se fabrica el de oveja) que es lo más suave: de feto de ternera embarazada. No creo que los animalistas lo permitan.
¡Ah! Una última cuestión: empleo tintas chinas y acuarela. Para el colofón utilicé témpera y lo tengo en una carpeta, hecho una pena, se desprendió en gran parte. Sí, empecé el colofón antes de haber terminado. Cuestiones idiosincráticas.


miércoles, 20 de septiembre de 2017

Cumplo (aunque tarde, espero que no mal) mi palabra al endodoncista Santiago Castro


Son las 19:22 del lunes 18 de septiembre de 2017 y he conseguido comprobar que el Santiago al que prometí escribir sobre él en este blog se llama Santiago Castro. Anoté en mi cartulina de citas su apellido al lado de su nombre.
Este segundo párrafo lo escribo ya a las 9:44 del miércoles 20 de los citados. Quedé muy satisfecho con su atención, pero lo explico más adelante. Primero quiero relatar que cuando tenga algo más de confianza con él le pediré que me haga una endodoncia cerebral, que le veo muy capaz, y a mí me vendría muy bien. Sí, ya sé: eso no se llamaría endodoncia. Pero yo me entiendo y por hoy no entraremos en más berenjenales (se me ocurre, así de entrada, la entrevista realizada por El Gran Wyoming en "El Intermedio", anoche –19 de los corrientes– en la 6ª, después de la pertinente introducción al programa de las 21 h.), mañana será otro día y, como decía mi madre, verá el tuerto los espárragos.
Bueno, el caso es que le di a don Santiago, Dr. Castro, una tarjeta con la dirección de este blog y le pregunté su apellido para poder referirme a él y me lo dijo al tiempo que lo mostraba en el bolsillo de su bata, pero (por eso necesito la endodoncia cerebral) no empleé la regla mnemotécnica que hubiera usado cualquier persona del común, porque yo debo ser del no podemos, ni evoqué a mis vecinos de cuando vivía en Cáceres que eran de Castro Urdiales) sino que lo relacioné con los castros celtas y... Luego no sabía con qué puñetas (aquí se me vienen a la mente las del traje de mi primera comunión, adornado también con una gran chorrera) lo había relacionado.
Total, que nada más salir a la calle, paré el coche en un lateral de la calzada señalizado para aparcar y que estaba prácticamente vacío y llamé a la clínica para preguntarlo, pero olvidé anotarlo. Un desastre.
En fin, el caso es que ya he podido corroborar que se llama Castro de apellido.
Yo creo que esto me ha pasado porque el día de mi endodoncia, quince de los molientes, digo de los corrientes, era Nuestra Señora de los Dolores y estuve a punto de cancelarlo. Tenía una gran carraspera.
Llegué con tiempo y me tomé un vaso de agua y luego pregunté si podía tomarme un caramelo de miel y limón sin azúcar y me dijeron que sí, pero aquello no paraba, de manera que tuve que buscar una farmacia y allí me dieron un remedio, pero seguía con la carraspera y aquí mi joven endodoncista, me tranquilizó y animó a realizar la intervención. No recuerdo cuánto duró, pero se me hizo corta.
Nunca, en mi vida, me ha atendido ningún otro dentista que me haya hecho sentir tan cómodo mientras él trabajaba con sus herramientas (ya sé que lo de «herramientas» no es lo adecuado, pero así percibo yo siempre los instrumentos de los dentistas en mi boca, quizá se solucione después de la endodoncia cerebral) solventando mi problema.

Son las 12:40 y creo haber cumplido. La próxima entrada, sobre mi gran libro en pergamino, que he de terminar rápidamente. No quiero problemas con su encuadernación.