miércoles, 3 de septiembre de 2008

Así se ve sin aplastar el pergamino: curvado.


En la entrada anterior hablaba en su título de la contradicción entre la impaciencia y la paciencia. Luego, se me ha ido la pinza. Lo que queríaq decir es que cuando escribes, lees, pintas, investigas, etc. etc. etc., lo más normal es que no dispongas espacio para tener desplegadas todas las armas de cada actividad (olvidaba encuadernar, grabado...). Eso hace que cada vez que pienso que tengo que empezar a buscar dónde están los materiale, me ponga enfermo.
Tengo que prepararme para hacer el pergamino de mi nieto sin interferencias. Antes, quiero terminar la investigación sobre la cabeza de Cristo de Kim Novak.
En fin, estoy publicando el trabajo de más de tres horas de esta mañana. Cuando la iluminación es de mayor tamaño se puede hacer con más comodidad y el resultado también es más agradecido, pero esto es para un punto de lectura, así que estoy contento.

La impaciencia y el tesón, aparentemente son...


...contradictorios. Esta mañana he desplegado todo el material que me podía servir y he descubierto que ya había olvidado lo rápidamente que se secan los acrílicos. Pero, en fin, tienen también su lado bueno. El caso es que con tintas chinas, bolígrafo de tinta negra fluida, y acrílicos he terminado mi trabajo.
Ya sé, ya sé. Podría haberlo hecho mejor. Pero lo mejor es enemigo de lo bueno. Tal como lo he abandonado, está bien. Las obras se abandonan para que corran solas, como los hijos.